El blanqueo de capitales se ha considerado en los últimos años como el nuevo problema de la economía mundial, y es cuando se han seguido las recomendaciones por parte de GAFI y han comenzado a legislar.

En este caso, el delito tiene mayor experiencia que la propia Ley. Si las primeras monedas surgen en el año 580 a.C., las primeras falsificaciones surgen en Francia en 1529, y los barcos piratas han sido el primer gran paraíso fiscal, parece que la creación de organismos a partir de 1989 ha llegado un poco tarde. Tan tarde que el afán por legislar y controlar surge como efecto totalmente reactivo, a partir de los atentados terroristas del 11-S. Tiempo hubo previamente de crear modelos de blanqueo como el de Paolo Bernasconi o los Ciclos de Zünd con sus fases y una profesionalización propia de una gran multinacional, incluso dando apariencia de ello.

Con estos antecedentes, lo primero que debemos imaginar es que la Ley 10/2010 no busca el pequeño delito económico o dinero negro fruto de operaciones que procedan de actuaciones lícitas. Al contrario. Mientras que este tipo de actos tiende a ocultarse de los organismos públicos a fin de evitar fiscalización, los verdaderos Blanqueadores de Capitalesbuscarán tributar, buscarán tener una gran compañía y además, que lo parezca. Es ahí donde entra la Ley 10/2010, en todo el entramado que se puede llegar a generar para tratar de que aquella actividad ilícita procedente de la venta de armas, droga, trata de blancas o cualquier actividad tipificada en el código penal como muy grave, acabe pareciendo una gran empresa de actividad perfectamente legal.

Quien está obligado a tomar medidas de adecuación a la Ley es, obviamente, aquel que puede ser utilizado bajo su conocimiento o sin él, para dar aparente legalidad al dinero procedente de estas actividades. Sí, puede que sin saberlo un asesor fiscal o un abogado estén colaborando con una trama de blanqueo de capitales. Lo que deben saber también es que pese a lo complejo en algunos apartados de la Ley y su difícil interpretación, cumplir con ella es relativamente sencillo.

David Margolles

Director TUTELA  ©

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